Fiesta de la conversión de San Pablo

on 25 enero, 2021 in

Marcos 16, 15-18

Jesús se apareció a los Once y les dijo:

«Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará.

Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán».

Palabra del Señor

Comentario

Una fiesta muy importante, la conversión de San Pablo, el gran apóstol. Es el único día, en el año de la Iglesia, que se dedica a celebrar la conversión de una persona. Tan importante es la figura de San Pablo para la Iglesia, que se alegra y celebra que se haya convertido, por todo lo que hizo y dejó para nosotros. Sus mismas palabras, sus mismas cartas han quedado para siempre para nosotros como palabras de Dios.

Nadie como Pablo sabía y conocía las escrituras, la palabra de Dios. Sin embargo, ¿Qué fue lo que finalmente tocó su corazón para siempre y lo hizo cambiar para convertirse en el hombre que más predicó? El encontrarse con Jesús, cara a cara, corazón a corazón. Podemos leer y saber toda la biblia, podemos conocer y leer todo el catecismo de nuestra Iglesia, ahora… si no nos encontramos personalmente con Jesús, todavía nos falta mucho. ¿A vos te falta? A mí toda una vida. Nunca pensemos que ya está, nunca bajemos los brazos, nunca creamos que ya lo conocemos lo suficiente. Cada día es distinto, cada día podemos dar un paso más. Cada día su luz puede volver a cegarnos. No tenemos por qué esperar una conversión tan extraordinaria, eso se dio pocas veces en la historia, con unos pocos elegidos. Pero si podemos convertirnos hoy un poco más, si podemos volver a creer, volver a empezar, volver a orientar el rumbo, volver a perdonar, volver a levantarnos, volver a rezar si habíamos dejado, volver a adoración si ya la abandonamos, volver a Misa si pensamos que no valía la pena, volver a creer que Jesús nos ama, volvé a acordarte, no te olvides que Dios te ama. Si podemos cambiar, es mentira que no se puede, que somos mediocres, que nadie puede sacarnos del letargo en el que vivimos. ¿Por qué no preguntarle hoy a Jesús, de rodillas, levantando los ojos al cielo, buscando esa luz que alguna vez nos iluminó y nos cambió la vida, qué debo hacer, Señor? “¿Qué debo hacer, Señor hoy? ¿Qué debo hacer Señor?” ¿Qué debemos hacer para ser felices en serio? ¿Qué debemos hacer para salir del encierro en el que estamos? ¿Qué debo hacer para ser cristiano en serio, para ser un fuego que encienda otros fuegos como lo fue san Pablo? ¿Qué debo hacer para dejar ese pecado que me atormenta, que decisión debo tomar? ¿Qué debo hacer para comprometerme más con mi fe? ¿Qué debo hacer para ser más coherente y dejar de ser un tibio que “no pincha ni corta”? ¿Qué debo hacer para rezar con el corazón y dejar de vivir de la formalidad? ¿Qué debo hacer? ¿Qué debemos hacer? Que San Pablo nos ilumine a todos, a todos los que escuchamos su conversión, para aprender de él. Ser cristiano es aceptar el amor de Jesús, es aceptar que es verdad, es dejarse perdonar y sentirse salvado. Pero al mismo tiempo, ser cristiano es actuar, es hacer, es preguntarle a Jesús: “¿Qué debo hacer, Señor?” porque el amor con amor se paga, y el amor está más en las obras que en las palabras, como decía otro gran santo, san Ignacio de Loyola. Cada uno puede hacer algo. Cada uno está llamado a algo. No importa si estás en una cama postrado, podés hacer mucho, tu enfermedad tiene un sentido. No importa si no tenés mucho tiempo, podés hacer mucho, cuando se ama se tiene tiempo. No importa si te pensás que sos un inútil, podés hacer mucho, te lo hicieron creer, es mentira. ¡Levantémonos, Jesús tiene algo lindo preparado para cada uno de nosotros! ¿Qué debemos hacer Señor?

Esa es la pregunta que te dejo en el corazón para que la puedas masticar y respondértela vos mismo.