
III Lunes de Adviento
on 14 diciembre, 2020 in Mateo
Mateo 21, 23-27 – Memoria de San Juan de la Cruz
Jesús entró en el Templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo, para decirle: «¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te ha dado esa autoridad?»
Jesús les respondió: «Yo también quiero hacerles una sola pregunta. Si me responden, les diré con qué autoridad hago estas cosas. ¿De dónde venía el bautismo de Juan? ¿Del cielo o de los hombres?»
Ellos se hacían este razonamiento: «Si respondemos: “Del cielo”, él nos dirá: “Entonces, ¿por qué no creyeron en él?” Y si decimos: “De los hombres”, debemos temer a la multitud, porque todos consideran a Juan un profeta.»
Por eso respondieron a Jesús: «No sabemos.»
El, por su parte, les respondió: «Entonces yo tampoco les diré con qué autoridad hago esto.»
Palabra del Señor
Comentario
“Dios nos amó primero” dice el evangelista san Juan, por lo tanto, deberíamos pensar que su salvación, su poder, radica justamente en ese amor que nos abraza aun cuando nosotros no terminamos de comprenderlo, ni de aceptarlo. La fiesta de la Navidad que se acerca, es de algún modo, la celebración del amor de Dios que se nos adelantó y se nos adelantará siempre. La navidad nos encamina a experimentar ese amor y esa verdad. Podemos preguntarnos entonces ¿En qué consiste esa salvación? Consiste en la gracia que Él mismo nos da para que podamos amarlo y ser amados por Él. Su salvación y su poder es el amor que derrama sobre nosotros, y nuestra tarea no debería consistir en otra cosa, que en aceptar esa salvación. ¡Qué maravilla es descubrir que Él nos enseña a amarlo, pero amándonos primero, desde su encarnación hasta su muerte en cruz, e invitándonos a amarlo! Si Dios nos amó primero es para que nosotros pudiéramos amarlo, con el mismo amor con el que Él nos amó, porque no podríamos amarlo si no fuéramos amados por Él. Él no necesita nuestro amor, pero nos enseñó a amarlo de la misma manera, para que podamos llegar a ser lo que Él quiere que seamos.
Pienso que el “robo del siglo”, del siglo pasado y del siglo que vivimos, es el robo de la navidad. Realmente nos han robado la fiesta de la navidad. Este mundo del consumo, que vive y lucra con los deseos ajenos, no tiene escrúpulos y juega con nuestras necesidades insatisfechas que no sabemos canalizar y que son las que finalmente nos llevan a claudicar y abandonar lo más preciado que tenemos, la fiesta de la ternura de Dios que se hizo hombre por nosotros y nos amó primero. La falta de fe de los que creemos, las preocupaciones de la vida y una cultura que todo lo que toca lo vuelve “mercancía”, hizo que nuestras navidades en la mayoría de los hogares tristemente fuera reemplazada por un personaje que supuestamente nos regala “cosas” a todos, especialmente a los niños, pero a un precio muy alto, porque nada es gratis en esta vida, en realidad sí, lo único gratis es la gracia de Dios. No es gratis habernos dejado robar la navidad, porque al fin y cabo, lo neguemos o no, lo barnicemos o no, todas las acciones, todo lo que hacemos, todo lo que celebramos en familia o no, todo tiene sus consecuencias, especialmente para los más niños, que todo lo ven y absorben. ¡Qué feliz estaría Jesús de ver que nuestro deseo más profundo y nuestra verdadera esperanza en estos días, esté puesta en Él! ¡Qué feliz estaría Jesús de ver que somos capaces de ir contra corriente en estos días para celebrar y vivir una navidad donde realmente el centro sea Él y no el consumismo y la superficialidad! Podemos hacerlo, podemos cambiar, podemos recuperar lo que nos dejamos robar por tibios y perezosos, no tengamos miedo, Jesús se lo merece.
En Algo del Evangelio de hoy, como tantas veces en los evangelios, Jesús es probado, es de alguna manera increpado para que manifieste con qué autoridad hacía lo que hacía. Y la respuesta de Jesús, también como tantas veces en los evangelios, es con una pregunta. Es interesante que nos detengamos a reflexionar sobre el modo que muestro Maestro tenía para responder, porque especialmente en este caso, es más importante la forma que el fondo de la respuesta, que en definitiva Jesús no responde. ¿Nos dimos cuenta que no respondió la pregunta? O sea, Jesús tuvo la suficiente libertad para responder o no lo que le preguntaban.
Una primera enseñanza que nos puede ayudar de este modo de ser de Jesús, y no tanto del contenido, es justamente esto… No siempre debemos responder lo que nos preguntan, no siempre debemos responder todo a todos. Hay preguntas que son inoportunas, hay personas que son inoportunas, que son “metiches”, que se meten en donde no les corresponde. También hay personas, como los ancianos de hoy, que no preguntan con sinceridad, para saber, para aprender, sino para probar y culpar, por lo tanto, Jesús decidió no responderle lo que pretendían saber si ellos antes no le respondían lo que Él quería saber. ¡Cuánta sabiduría la de Jesús! Y cuanta sabiduría nos falta a veces a nosotros, que vivimos sin querer a merced de las opiniones y deseos ajenos, sin detenernos a pensar y a rezar qué corresponde hacer en cada momento y lugar. La no respuesta de Jesús no fue una mentira, sino fue simplemente eso, un no, esa palabra que tanto nos cuesta decir en estos tiempos, simplemente no. ¡Cómo nos cuesta decir hoy en día no! Parece ser que decir no es fallarle a Dios y a todos, y nos olvidamos que el no, es posible, y muchas veces más necesario que el sí.
Otra enseñanza que nos puede ayudar, es justamente a aprender a responder con preguntas cuando deseamos conocer las intenciones del que pregunta. Jesús ya las sabía por supuesto, pero nosotros no siempre, aunque creamos que las sabemos. Re preguntar es un modo de “blanquear” la situación, como se dice, despejar las dudas y conocer si la pregunta del otro es sincera y si, además, es oportuna. Por eso ayuda mucho escuchar como Jesús responde con preguntas y se toma la libertad de no responder cuando esa pregunta pueda tener malicia o esté cargada de mala intención.
Que el Señor nos siga instruyendo con sus enseñanzas, tanto con sus palabras y gestos, como en su manera de resolver las diferentes situaciones que se le presentaron en su vida.