III Lunes de Cuaresma

on 21 marzo, 2022 in

Lucas 4, 24-30

Cuando Jesús llegó a Nazaret, dijo a la multitud en la sinagoga:

«Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra. Yo les aseguro que había muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías, cuando durante tres años y seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre azotó a todo el país. Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el país de Sidón.

También había muchos leprosos en Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, el sirio.»

Al oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo. Pero Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino.

Palabra del Señor

Comentario

Hace unas dos semanas, cuando empezamos la Cuaresma apareció un texto en la primera lectura que quisiera volver a rescatar como introducción y para ayudarnos a asimilar la Palabra de cada día. Un texto que habla sobre la Palabra misma. Dios mismo nos enseña lo que hace su Palabra, Dios mismo nos habla con su Palabra, Dios mismo hace la obra con su Palabra, en cada uno de nosotros. Por eso lo mejor que podemos hacer es dejar que Dios haga. El trabajo más arduo en nuestra vida no es hacer muchas cosas nosotros, sino más bien dejar que Dios haga, porque en definitiva Él es hacedor de nuestra vida o por lo menos debería serlo. El texto dice así y lo iremos desmenuzando estos días:

“Así como la lluvia y la nieve descienden del cielo y no vuelven a él sin haber empapado la tierra, sin haberla fecundado y hecho germinar, para que dé la semilla al sembrador y el pan al que come, así sucede con la palabra que sale de mi boca: ella no vuelve a mí estéril, sino que realiza todo lo que yo quiero y cumple la misión que yo le encomendé.” Es una maravilla y es lindo que lo vuelvas a escuchar. La Palabra de Dios es comparada con la lluvia y la nieve que vienen del Cielo. La Palabra de Dios viene del Cielo, viene de lo alto aunque nos venga desde lo humano, desde lo cotidiano, desde un libro, desde un audio, desde una persona, desde algo que pasó. Una cosa no quita la otra, al contrario, sino que una cosa necesita la otra. Dios no nos puede hablar sino es a través de lo humano, pero al mismo tiempo tenemos que tener la certeza que viene del cielo, viene desde el corazón de Dios Padre que quiere que sobre todos caiga la frescura de la lluvia de su Palabra, que en definitiva es Jesús.

¡La primera gran verdad que no podemos olvidar nunca cuando escuchamos la Palabra de Dios! Viene del cielo y es bendición, es algo bueno que Dios quiere decirnos, quiere refrescarnos, quiere sacarnos la sed, quiere hacernos crecer, quiere purificarnos. Como viene del cielo jamás quiere hacernos mal, jamás quiere hundirnos, entristecernos, jamás puede ser mentira, siempre es verdad liberadora, verdad que anima y consuela, verdad que a veces desnuda, pero cubre y cura. Así tenemos que escuchar la Palabra. Mirá la lluvia e imaginate que así desea Dios que su palabra llegue a todos, moje a todos.

¿Por qué ningún profeta es bien recibido en su tierra, porqué Jesús fue rechazado en su tierra, en su lugar, porqué a nosotros nos pasa a veces lo mismo en nuestras familias, conde nos conocen? Justamente por no comprender esto, por no comprender que Dios puede hablar así, como la lluvia y caer sobre todos. Por no creer que Dios que es grande, habla por medio de lo humano. Por no entender que a Dios no lo podemos entender, sino que lo tenemos que aceptar como es y que el único que nos enseña como es, justamente es él mismo.

Jesús hoy no se dejó matar, siguió su camino, aunque no lo entendieron y aunque lo quisieron matar. Así vamos nosotros, intentando seguir nuestro camino, el de Jesús, aunque nos quieran matar y hacer callar nuestra vos, simplemente porque no nos entienden, simplemente porque algunos no quieren escuchar lo evidente, simplemente porque no comprenden que Dios pueda ser como la lluvia, que viene del Cielo y empapa todo lo que toca. La diferencia es que la naturaleza no se cubre de la lluvia, en cambio nosotros sí, evitamos mojarnos como evitamos escuchar a Dios. Hoy dejemos que la lluvia de la Palabra nos empape y ayudemos a que estos audios de la Palabra se extiendan y empapen a todos, buenos y malos.