IV Viernes de Cuaresma

on 1 abril, 2022 in

Juan 7, 1-2. 10. 25-30

Jesús recorría la Galilea; no quería transitar por Judea porque los judíos intentaban matarlo.

Se acercaba la fiesta judía de las Chozas. Cuando sus hermanos subieron para la fiesta, también él subió, pero en secreto, sin hacerse ver.

Algunos de Jerusalén decían: «¿No es este aquel a quien querían matar? ¡Y miren como habla abiertamente y nadie le dice nada! ¿Habrán reconocido las autoridades que es verdaderamente el Mesías? Pero nosotros sabemos de dónde es este; en cambio, cuando venga el Mesías, nadie sabrá de dónde es.»

Entonces Jesús, que enseñaba en el Templo, exclamó:

«¿Así que ustedes me conocen y saben de dónde soy? Sin embargo, yo no vine por mi propia cuenta; pero el que me envió dice la verdad, y ustedes no lo conocen. Yo sí lo conozco, porque vengo de él y es él el que me envió.»

Entonces quisieron detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él, porque todavía no había llegado su hora.

Palabra del Señor

Comentario

Por ahí habrás escuchado o leído que hace unas semanas fueron asesinadas, para nosotros fueron martirizadas, 4 monjitas misioneras de la Caridad de la congregación de la Beata Madre Teresa de Calcuta, en Yemen un país de Asía. Justo hace dos semanas, si no lo sabías te lo cuento. Las mataron a ellas 4 y a varios ancianos más que intentaron defenderlas, ancianos que ellas mismas cuidaban en un hogar. Sí, aunque parezca mentira, ayer, hoy y mañana, siguen muriendo personas por amor a Cristo y por el odio que algunos le tienen todavía a Cristo. No es ciencia ficción, no son películas, no son historias del pasado, cuentitos para hacernos creer. Es una realidad. Así como buscaban matarlo en el evangelio de hoy, como finalmente lo lograron, así también muchos siguen queriendo matar a Jesús, al Bien, a la Belleza, a la Verdad, a la justicia, en definitiva, al Amor. ¿Sabés por qué las mataron? Las acusaban de hacer proselitismo cristiano. Porque para algunos, amar es hacer proselitismo. ¿Y qué pasa mientras tanto? Todo sigue igual, como siempre. Mientras tanto el mundo calla, calla porque no le conviene. Calla porque le teme a la Verdad.

Los medios callan porque es más lindo hablar de los delfines que quedaron varados en una playa, calla porque es incómodo decir que algunos se animan a dar la vida por amor, es demasiado compromiso para un mundo que prefiere pasar de largo ante un pobre mientras algunos derrochan miles en su egoísmo escandaloso, calla porque no le conviene hablar del amor de 4 hermanitas llenas de amor para dar, llenas de vida para donar. Calla… porque dar la vida por el futbol o un deporte, por una profesión, por salvar las especies en extinción, por un éxito pasajero, es un signo de heroísmo, en cambio si la das por Jesús y por sus hermanos, es fanatismo, es exageración.

¿Para qué tanto? ¿Vale la pena tanto? El mundo y los medios hablan de lo que les conviene y obviamente el amor verdadero no vende nada, no da mucha ganancia, no da poder. Sin embargo, estas hermanitas y tantos mártires silenciosos del día a día, nos enseñan que el Evangelio no es ciencia ficción, no es mentira, sino que se vive día a día y que vivirlo nos lleva a ir dando la vida, como Jesús. Jesús no se dejó matar, sino que fue el mismo a morir, que es muy distinto. Hoy dice claramente: “quisieron detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él, porque todavía no había llegado su hora”. No era el momento y además el no murió de casualidad, murió porque quiso, porque lo eligió por amor. Como estas monjitas. No murieron por accidente, como sin querer, murieron porque en realidad ya estaban dando la vida, su vida estaba al servicio de la vida de otros, sino hubiesen estado amando no las hubieran matado. Cuando uno elige dar la vida de a poco, no es sorpresa que la muerte sea una consecuencia de la forma de vivir.

Parecerá duro y fuerte lo que te voy a decir, pero es evangélico y muy de Jesús; el amor nos va “matando”, nos va quitando la vida del cuerpo, pero lentamente nos va dando otra vida, vida eterna, vida que no se pierde, que se gana, que se transforma, que resucita. Si elegís amar y entregarte, preparate para morir, y morir no es malo, morir por amor a los demás, a tus hijos, a tu marido, a tu mujer, a los más abandonados de la sociedad, es la clave de la felicidad. No dejemos que nos quiten la vida, sino seamos nosotros los que la entreguemos, como estas 4 hermanitas.