
Memoria de Santa Marta
on 29 julio, 2020 in Lucas
Lucas 10, 38-42
En aquel tiempo:
Mientras iban caminando, Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa.
Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra.
Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude.»
Pero el Señor le respondió: «Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas, y sin embargo, pocas cosas, o más bien, una sola es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada.»
Palabra del Señor
Comentario
Es una imagen bellísima la de algo del evangelio de hoy en este día de Santa Marta: un pueblo, una casa, la invitación a Jesús de una mujer —Marta—para que estuviera en su casa; María que “aprovecha” la situación de esta invitación y se sienta a los pies de Jesús para escuchar… Mientras tanto, Marta que no para de trabajar, que no para de hacer cosas: va de aquí para allá seguramente con deseos de servir a su Maestro; y la otra que “escucha”.
Todo un cúmulo de signos en esta situación, y Jesús como siempre que enseña. Jesús aprovecha esta ocasión para ilustrarnos con una enseñanza que nos tiene que quedar grabada en el corazón. Jesús enseña con la vida, enseña con lo que pasa; Jesús es el Maestro que no necesita tiza, ni pizarrón, es el Maestro que no necesita presentaciones de Power Point, o videos para llamar la atención…
Jesús es el Maestro que cautiva el corazón de aquellos que lo escuchan, es el verdadero Maestro y por eso nos enseña; y termina dándole una “lección” a Marta: no la trata mal ni la crítica, simplemente —de alguna manera—, Jesús se lamenta:
«Marta, Marta te inquietas por tantas cosas, sin embargo, hay una sola que es necesaria, María eligió la mejor parte».
Y qué bueno que hoy nosotros podamos decir: Quiero aprender a elegir, quiero aprender a decidirme por lo mejor porque tantas veces he perdido el tiempo haciendo tantas cosas y sin embargo, tengo que volver a escuchar que Jesús me dice:
“Dejá de inquietarte por tantas cosas, ¿No aprendiste en la vida que finalmente la inquietud no te llevó a nada?, ¿No aprendiste que al final de cuentas esa inquietud te la terminé solucionando Yo? ¿Te la terminó solucionando el tiempo; o el tiempo te fue demostrando que no era tan necesario como pensabas?”
¿Cuántas veces andamos como Marta? ¿Cuántas veces también parece, que ser como María es “perder el tiempo”? ¿Cuántas veces el mundo se burla de nosotros porque parece que estar a los pies de Jesús no es necesario? (Y que en realidad es un símbolo, porque estar a los pies de Jesús puede ser rezar, puede ser adorar, tomarse un tiempo de silencio, escuchar estos audios, leer la Palabra, puede ser no hacer lo que el mundo piensa que tenemos que hacer).
Sin embargo, estar “a los pies de Jesús” pero para ESCUCHARLO, es lo verdaderamente necesario; en definitiva, el no desprecia la “actividad”, no está despreciando a Marta por lo que hace, lo que le quiere enseñar es que haciendo cosas no tiene que olvidarse de lo más importante, que aún haciendo cosas tenía que haberlo escuchado a Él, que aún sirviéndolo tenía que haberlo escuchado a Él.
Marta invita a Jesús a su casa y termina poniéndose a trabajar. ¿Cuántas veces nosotros también hacemos lo mismo? Queremos abrirle el corazón a Dios y le hemos abierto el corazón para que entre a nuestra vida teniendo algún servicio, alguna actividad comunitaria, solidaria, caritativa de la Iglesia; y sin embargo sin querer lo dejamos de escuchar.
Si estamos sirviendo a Dios y lo dejamos de escuchar es porque en el fondo no lo estamos sirviendo, nos estamos sirviendo a nosotros mismos, estamos sirviendo a nuestros caprichos o proyectos y por eso terminamos quejándonos y podemos quejarnos como Marta de la actitud de María que en el fondo fue la más sabia y la de corazón más grande, por lo menos en ese día.
Qué bueno que hoy podamos aprovechar para serenarnos un poco, para decirnos a nosotros mismos: «Rodrigo, Rodrigo te inquietas por tantas cosas…» Decí tu nombre y también dejá que Jesús te lo diga a vos mismo: “¿Porqué te inquietas, porqué andas corriendo, qué necesidad?”
¿No te das cuenta que de un día para el otro tu vida puede terminar, puede llegar a su final, a su mejor final que es encontrarte con Jesús? ¿Y vos crees que te va a preguntar cuántas cosas “hiciste”; o cuánto amaste, cuánto lo “escuchaste”? O con cuánto amor hiciste lo que hiciste.
Ojalá que vivamos este día escuchando a Jesús, acordate que no son dos cosas distintas; se puede escuchar a Jesús haciendo lo que tenemos que hacer, amando a los que tenemos a nuestro alrededor, se puede escuchar a Jesús en la actividad en medio del mundo; pero para eso necesitamos cada tanto decir: “Tengo que frenar, tengo que estar a tus pies…” Disfrutemos de la Palabra de Dios, la Palabra de Dios escuchada, transmitida en la Iglesia que es la que nos alimenta cada día y nos ayuda a que no terminemos siendo “Martas” sin corazón. Sino Martas Santas como el día de hoy que celebramos la santidad de esta mujer, que finalmente se dio cuenta de lo que Jesús le decía y seguramente cambió, y aprendió a estar a los pies de Jesús, para terminar, estando con Él l en el cielo. ¡Tengamos el corazón de María y las manos de Marta, para ser unos verdaderos discípulos.