
V Viernes de Pascua
on 20 mayo, 2022 in Juan
Juan 15, 12-17
Jesús dijo a sus discípulos:
«Este es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre.
No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá.
Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.»
Palabra del Señor
Comentario
La palabra de Dios de hoy te resonará a la del domingo, por ahí estarás pensando: “Es el mismo evangelio”, pero no, parece, pero no. Como dijimos ayer, la palabra es un organismo vivo y por estar vivo también se desarrolla, tanto si lo pensamos cuando lo escribieron, en el sentido que los evangelistas fueron elaborando los textos, dándole su forma, su contenido y su sentido, por lo tanto, fueron creciendo y desarrollándose, como en su interpretación, ya que la Iglesia, y cada uno de nosotros, los que escuchamos, vamos comprendiendo y aceptando lentamente sus enseñanzas, por lo tanto la vida de la palabra de Dios en nuestros corazones va creciendo y desarrollándose. No quiero aburrirte con esto, pero creo que es importante para seguir profundizando, para no ser superficiales al escuchar, para no pensar que ya lo sabemos todo, para no desfallecer en el intento de crecer en nuestra fe. Nunca debemos olvidar, que la comprensión y los efectos de esa comprensión de la palabra de Dios, crecen en nuestro corazón como lo hace un niño en el vientre de su madre, como lo hicimos nosotros, y que, por supuesto sigue creciendo y desarrollándose a lo largo de toda la vida, en sus diferentes etapas.
Hoy podríamos decir: “Otra vez el mandamiento del amor, otra vez la palabra amor, otra vez en la que Jesús nos pide y nos manda amar como Él ama”. Parece mucho, parece imposible, parece una utopía. Siempre recuerdo hace muchos años, cuando recién se despertó en mí el llamado a ser sacerdote, cuando todavía me escapaba un poco de ese llamado, un día de semana fui misa y escuché este texto. Como nos pasa muchas veces al ir a misa después de escuchar el evangelio, o por lo menos me pasaba a mí, me acuerdo que me preparé entusiasmado a esperar con ansias que iba a decir el sacerdote en el sermón. Eso me pasaba en esa época, hoy que estoy del otro lado ya no me pasa tanto, al contrario, pienso que muchos esperan algo grande de nosotros y justamente uno no llega a colmar siempre las expectativas de los que escuchan. Pero bueno, ese es otro tema. Uno prepara, uno reza, uno siembra y dice lo que puede y lo que sale, después Dios hace su obra. En realidad, los sacerdotes no deberíamos predicar; ni para agradar, ni para ser felicitados, ni para que nos admiren.
Predicamos la Palabra de Dios, anunciamos lo que Jesús nos pidió, porque Él nos eligió a nosotros y no nosotros a Él. Pero bueno, creo que me fui de tema. Quería decir que apenas el sacerdote empezó a predicar dijo lo siguiente: “Esto es una utopía, esto es imposible” Me acuerdo que me chocó tanto, me acuerdo que no pude seguir escuchando. Recuerdo que me desilusioné tanto que me pareció que no tenía sentido escuchar. Dije: “Si esto es imposible… ¿Cómo es posible que Jesús lo haya dicho? ¿Si esto es una utopía que hacemos en la Iglesia?” El tiempo, el seminario y el sacerdocio, me ayudaron a no juzgar tanto y a saber esperar. Además, me enseñaron a no ser tan lapidario con los sacerdotes, obviamente porque hoy estoy del otro lado, y porque en realidad me di cuenta que muchas veces, el problema es que no sabemos escuchar. Escuché una parte y seguramente no terminé de escuchar todo el sermón. Muchas veces nos pasa eso.
Escuchamos lo que queremos escuchar y no escuchamos lo que sigue, o sea eso que nos ayudaría a entender lo que escuchamos al principio, y esto tiene que ver con lo que dijimos al principio con respecto a que la palabra es un organismo vivo. El corazón es sensible y provoca que los oídos se cierren inmediatamente o, al contrario, se abran increíblemente. A mí es día se me cerraron. ¿Te pasó alguna vez eso? Hay que escuchar todo. Te aconsejo esto. Hay que escuchar todo y aprender a sacar lo mejor.
¿Qué creo que quiso decir ese sacerdote ese día? Creo que quiso decir lo que Jesús nos dice, pero de otra manera. “Ámense porque yo los amo como amigos, aunque ustedes a veces no se comporten como amigos. Ámense porque yo los amé primero. Ámense porque yo les di una dignidad que nadie les puede dar. Ámense, sí es verdad, se los mando, pero se los mando habiendo amado, habiendo dado la vida”. Esto es imposible y es una utopía, si nos lo hubiera mandado alguien que no nos haya amado antes. Esto sería una locura si pensáramos que amar así, puede salir espontáneamente de nuestro corazón. Solo puede amar así quien descubre que hay alguien que siempre lo llamará “amigo”, pase lo que pase. Para Jesús, todos son sus amigos, hasta los enemigos. Por todos dio la vida, incluso hasta por aquellos que lo despreciaron y desprecian. ¿Entendemos la diferencia? Para Jesús somos sus amigos, aunque no nos comportemos como amigos. Para Jesús no hay mayor amor que dar la vida por los amigos, o sea por todos. Nosotros daríamos la vida solo por los que nos consideran amigos, por los que queremos como amigos. Amar con el amor de Jesús es “por empezar”, no tratar a nadie como enemigo, aunque los que sean enemigos nos traten como tales, porque Jesús no trató como enemigos a los que lo trataron como enemigo, sino que los trató como amigos y los “amigos de mi amigo son mis amigos”.
Solo podemos dar frutos en serio en esta vida, frutos que perduren, si reconocemos que para Jesús siempre seremos sus amigos, pase lo que pase, y si al mismo tiempo empezamos a levantar la mirada y dejamos de ver y crear enemigos, aunque los haya, aunque existan. Esto es posible, te lo aseguro. No es una utopía. Es cristianismo puro, cristianismo en serio.