
VI Lunes de Pascua
on 23 mayo, 2022 in Juan
Juan 15, 26 — 16, 4
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
«Cuando venga el Paráclito que yo les enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad que proviene del Padre, él dará testimonio de mí. Y ustedes también dan testimonio, porque están conmigo desde el principio.
Les he dicho esto para que no se escandalicen.
Serán echados de las sinagogas, más aún, llegará la hora en que los mismos que les den muerte pensarán que tributan culto a Dios.
Y los tratarán así porque no han conocido ni al Padre ni a mí.
Les he advertido esto para que cuando llegue esa hora, recuerden que ya lo había dicho. No les dije estas cosas desde el principio, porque yo estaba con ustedes.»
Palabra del Señor
Comentario
Empezar la semana rezando, escuchando y hablando, es fundamental, es necesario para todos. No me canso de escuchar testimonios de personas que escuchan día a día la palabra de Dios y me dicen llenos de alegría, que escuchar el evangelio cada día les cambió, literalmente la vida. Muchos me dicen que no me canse, que lo siga haciendo, y siempre les digo que hasta que Jesús no me demuestre lo contrario, no le dejaré. Pero en realidad, quiero decirte a vos que no te canses, que no bajes los brazos, que escuches y vuelvas a escuchar si es necesario, porque sí es necesario, realmente. Y si todavía no experimentaste cambios, es porque tenés que seguir escuchando, luchando y teniendo paciencia, no se cambia de un día para el otro.
¿No te pasa que los días parece que “se pasan volando” como decimos a veces? No será que se pasan “volando” porque andamos “volando” por la vida; por decir así. Son comunes estas frases entre nosotros que expresan esto que nos pasa; decimos a veces: “no puedo creer que ya estemos casi a la mitad del año” “este año se pasó volando”. Es así; un poco la vida es así, el tiempo pasa volando, el tiempo no lo podemos parar, es lo único que no podemos parar; lo que sí podemos parar o podemos modificar es el modo de vivirlo, lo que sí podemos modificar son nuestras decisiones que nos ayuden a vivir cada día de una manera diferente, asimilando mejor lo que nos pasa y lo que pasa. Cada uno en lo suyo, cada uno con lo suyo; pero empezar el día o la semana escuchando la Palabra de Dios nos ayuda a vivir las cosas diferentes. Terminar el día escuchando o simplemente agradeciendo lo vivido también nos ayuda a darle al tiempo un valor diferente. “El tiempo es superior al espacio” —decía el Papa Francisco. Ojalá podamos empezar todos así este lunes; ojalá que escuchemos la voz del Señor que a todos nos quiere decir algo.
Empecemos este día rezando con el Salmo 104: “Envíanos Señor tu espíritu y renueva la faz de la tierra”. Nos acercamos a la Fiesta de la Ascensión del Señor, nos acercamos también a la Fiesta de Pentecostés y por eso, en todos estos días muchísimas veces aparecerá la persona del Espíritu Santo en boca de Jesús, en muchas lecturas. Serán lindas semanas para invocarlo, para buscarlo, para reconocerlo, para reavivarlo en nuestra vida, para redescubrirlo; para no olvidarnos que Jesús no nos dejó solos, todo lo contrario, se quedó con nosotros dándonos su propio Espíritu. “Envíanos Señor tu espíritu y renueva la faz de la tierra”.
Algo que sólo comprende aquel que cree y lo vive, aquel que cree en esta promesa de Jesús de Algo del Evangelio de hoy; promesa que ya se hizo realidad en la historia, en la historia de los apóstoles, en la historia de tantos a lo largo de estos milenios: «Cuando venga el Paráclito que yo les enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad que proviene del Padre, Él dará testimonio de mí…».
Todos los bautizados –vos y yo– recibimos el Espíritu de la verdad que proviene del Padre, y Él es el que en nuestro interior nos conduce a Jesús y al Padre. Pero no todos los bautizados nos damos cuenta de ésta verdad, de ésta realidad; no todos los bautizados dialogamos en nuestro interior con el Espíritu de amor que nos habita y nos anima cada día, pero todos lo recibimos. Nada bueno podemos hacer sin Él, y por eso, aunque la mayoría no se dé cuenta, solo Él es la causa de nuestras buenas acciones. Dentro de la Iglesia muchas veces se dan ciertas confusiones u oposiciones haciendo afirmar cosas que son parte de la verdad; como, por ejemplo: cuando se habla del Espíritu Santo pareciera ser que es exclusividad de ciertos movimientos, o que sopla en lugares especiales. Algunos creen que es patrimonio de un grupo, o que solo generando ambientes propicios el Espíritu se manifiesta. Esto es parte de la verdad, porque todos debemos tomar conciencia de que recibimos el Espíritu, que el Espíritu no es patrimonio de un grupo, sino que es el que nos hace a todos “uno”, es Él que hace a la Iglesia “una” y es Él que sostiene a la Iglesia, silenciosa y misteriosamente.
Por eso hoy te propongo que recuerdes esto: ya no somos hijos del mundo; somos hijos de Dios, porque todos recibimos el Espíritu de Dios y Dios quiere habitar en nosotros por su amor, por sus inspiraciones que nos motivan a seguir a Jesús. Intentemos en este día, en estos días; afinar el oído del corazón para percibir la voz del Espíritu de Dios que habita en nuestra alma y que nos conduce a la paz, a la alegría, a la serenidad, a la entrega, al servicio; en definitiva: al amor.
Miremos a nuestro alrededor, en nuestro interior, siempre se puede ver todo de otra manera, siempre se puede ver todo con los ojos de Dios. “Envíanos Señor tu espíritu y renueva la faz de la tierra”.