VI Viernes de Pascua

on 19 mayo, 2023 in

Juan 16, 20-23a

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:

«Les aseguro que ustedes van a llorar y se van a lamentar; el mundo, en cambio, se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo.

La mujer, cuando va a dar a luz, siente angustia porque le llegó la hora; pero cuando nace el niño, se olvida de su dolor, por la alegría que siente al ver que ha venido un hombre al mundo.

También ustedes ahora están tristes, pero yo los volveré a ver, y tendrán una alegría que nadie les podrá quitar. Aquel día no me harán más preguntas.»

Palabra del Señor

Comentario

¡Qué lindo es escuchar que Jesús nos puede dar una alegría que nadie nos podrá quitar! Que nos da una alegría que nadie nos puede quitar. ¡Qué lindo que es ir terminando la semana escuchando esta buena noticia! 

Para expresar esto, me parece que no hay imagen más elocuente, más gráfica –más “decidora” por decirlo así–; que la imagen del parto, la imagen del “dar a luz” que utiliza Jesús en Algo del Evangelio de hoy, para querer manifestarnos lo que tenemos que vivir en lo cotidiano.

Podríamos decir que la vida es esto: una gran experiencia de “dar a luz”, dar a luz continuamente diferentes realidades. Jesús vino a eso. Vino a pasar por este mundo para finalmente “dar luz”. Para que, a través de su vida, su luz, la luz, llegue también a nosotros, a tu vida y a la mía. Pero él lo vivió personalmente. Él supo pasar eso que nosotros a veces no queremos pasar.

Nuestra vida es un gran parto. A veces decimos así: “Esto fue un parto”, como expresando el dolor que vivimos, la dificultad experimentada. Pero pensémoslo positivamente. Veamos el otro lado del parto. En realidad, la vida es “dar a luz”. Es un conjunto de vivencias, situaciones, en las que damos y se nos da luz continuamente. Así es nuestra vida espiritual, nuestra vida cristiana, nuestra vida cotidiana. Porque la vida cristiana no está ajena a lo que vivimos. El mensaje de fe no está ajeno a la realidad de nuestra vida, al contrario, debe meterse profundamente en nuestra vida.

El que quiere escaparle a esto. El que pretende una vida sin partos, sin dolores, sin traumas, sin crisis. El que quiere buscar otro camino. El que quiere pensar que la vida no es de alguna manera un paso, un continuo ir hacia aquello que no se ve de aquello a que se empieza a ver, del dolor hacía algo mejor, del sufrimiento hacia algo más lindo, de la tristeza hacía lo que se puede transformar en gozo, de la muerte a la vida. El que piensa que la vida no es así, todavía no entendió la vida, no entendió nada y se le escapa lo mejor de la vida. Porque a esto no se le puede escapar. La vida es esto. Escuché justo una frase o leí una frase en estos días que decía: “Dale tiempo a la vida y la vida te explicará lo que no entendés”, algo así. Dale tiempo a la vida. A veces, la vida misma, el tiempo, nos da las razones o nos ayuda a entender lo que hoy no entendemos.

Jesús con su Pascua nos quiere enseñar eso: la vida es “pasar”. Hay que pasar y por eso la imagen de “dar a luz” es algo tan lindo y que nos puede ayudar. Hay que “pasar” por la tristeza para encontrar el gozo que nadie nos puede quitar. Hay que “pasar” por la soledad, como venimos escuchando estos días, para experimentar lo lindo que es estar acompañado. Hay que “pasar” la soledad para darnos cuenta de que no estamos solos. Hay que “pasar” por el pecado para saber lo lindo que es la misericordia. Hay que “pasar” por el dolor para darnos cuenta cuanto amábamos a esa persona. Hay que perder un amor para valorarlo verdaderamente. Hay que esforzarse para encontrar la alegría de lo buscado. Hay que empezar desde abajo para llegar arriba.

Hay que estirar la mano, para dar la mano. Hay que pasar, hay que pasar. Pero, para eso, tenemos que aprender a vivir en paciencia. Hay que aprender a soportar y esperar para dar a luz. Eso vive una madre cuando lleva en su vientre a un hijo. Eso vive una madre cuando tiene que dar a luz. Pero miremos lo positivo: es para dar luz, es para dar un nuevo nacimiento, es para dar vida, para transformar el mundo. Una vida transforma al mundo. La vida de tus hijos transformó tu propia familia, transformó tantas cosas… Acordate de la primera vez que tuviste a tu hijo en tus brazos. ¿Importó algo más? ¿Importó el dolor? Acordate del olorcito a bebé de tus hijos. ¿Hay algo más lindo que eso? El dolor desaparece cuando se da a luz.

Bueno, en esta vida, este viernes en tu vida concreta de hoy, en este día, hay que aprender a vivir partos. Hay que aprender a veces a sufrir cosas para encontrar algo mejor. Hay que aprender a renunciar, a morir a nuestros caprichos para encontrar el amor. Hay que aprender a morir al pecado para encontrar lo lindo que es la gracia y la vida. Hay que aprender a callar para encontrar lo lindo que es el hablar en el momento justo. Hay que aprender a vivir la soledad para disfrutar lo lindo de una buena compañía. Tenemos que aprender tantas cosas y, a veces, solamente se aprende pasando por ciertos momentos para poder “dar a luz”.

Si sos padre, si sos madre, no prives a tus hijos de vivir “partos” en sus vidas. No hay que tenerle miedo a los momentos difíciles, porque a través de los momentos difíciles aprendemos lo lindo que es la alegría de encontrar luz cuando todo parece oscuro, cuando todo parece difícil.

De todo lo malo siempre se puede sacar algo bueno, de todo lo que parece muerte siempre podrás rescatar algo de vida. Nunca estamos completamente solos como para pensar que nada nuevo puede salir.

Ojalá que tengamos un buen viernes. Ojalá que sepamos “dar a luz” diferentes situaciones. Ojalá que encontremos la alegría de estar con Jesús, sabiendo que él siempre nos ayuda a sacar resurrección de aquello que parece que está muerto o perdido.