XIII Jueves durante el año

on 2 julio, 2020 in

 

Mateo 9, 1-8

Jesús subió a la barca, atravesó el lago y regresó a su ciudad. Entonces le presentaron a un paralítico tendido en una camilla. Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: «Ten confianza, hijo, tus pecados te son perdonados.»

Algunos escribas pensaron: «Este hombre blasfema.»

Jesús, leyendo sus pensamientos, les dijo: « ¿Por qué piensan mal? ¿Qué es más fácil decir: “Tus pecados te son perdonados”, o “Levántate y camina”? Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados -dijo al paralítico- levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.»

El se levantó y se fue a su casa.

Al ver esto, la multitud quedó atemorizada y glorificaba a Dios por haber dado semejante poder a los hombres.

Palabra del Señor

Comentario

Aquel que empieza a amar más a Jesús, vos y yo, en el camino de la vida… aquel que recibe esa invitación y comienza a hacerla carne en su vida, jamás se queda solo. Jamás está solo, al contrario, no le alcanza el tiempo para amar a tantos que se cruzan por la vida: los hermanos en la fe. Los hermanitos, los Hijos de Dios. El amor familiar, el amor de hijos a padres y de padres a hijos, es uno de los regalos más lindos que puede recibir una persona en la vida. Pero, al mismo tiempo, es limitado y es solo un reflejo de lo que es el amor de Dios hacia nosotros y de nosotros hacia él. Por eso el amor humano se transforma en “trampolín”, por decir así, para amar a Dios Padre, a Jesús, guiados por el Espíritu Santo. Por eso hay que animarse a amar más a Jesús sin miedo a perder algo; sin temor a quedar en ridículo; sin temor a parecer “fanáticos”, como dicen algunos; sin respetos humanos a pensar y de pensar en lo que están pensando los otros; sin miedo a un mundo que no nos respeta, al contrario, a veces se nos burla y nos trata de locos. Amar a Jesús da todo, no quita nada.

Vos que estás escuchando, seguro que tendrás experiencia o la estarás teniendo, al ir creciendo con la Palabra de Dios del día, de lo que cambia la vida la fe. ¡Cómo cambia! Por ejemplo: Pensá en la cantidad de gente, de corazones, que conociste gracias a la Iglesia, gracias a que te entregaste de alguna manera a Jesús. Pensá en los distintos horizontes que viste gracias a la fe tuya y compartida con otros. Rezá y pensá en la cantidad de vivencias que te abrieron el alma al estar en esa parroquia, en ese movimiento, en ese grupo de oración, en ese servicio que te animaste a empezar alguna vez y no te imaginaste lo que venía. Pensá en la cantidad de gente que gracias a la Palabra de Dios conociste y ayudaste. Es una maravilla. Es para llorar de alegría. Amar más a Jesús nos ensancha el corazón, lo inflama, y nos hace amar más y mejor. No te lo olvides nunca.

Algo del Evangelio de hoy nos puede llenar el corazón de certezas y de alegrías. No te asustes por lo que te voy a decir, pero la “fe en patota”, de a muchos, es más linda y verdadera que la solitaria y muy segura de sí misma. Sé que es una palabra que suena medio feo y medio fea para esto, pero bien entendida creo que se refleja muy bien, que refleja muy bien lo que pasa cuando la fe se comparte, como se ve en esta escena de hoy. Así dice la Palabra: «Entonces le presentaron a un paralítico tendido en una camilla. Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: “Ten confianza, hijo, tus pecados te son perdonados”». No dice al ver la fe de “ese hombre”, del paralítico, sino la fe de “esos hombres”. ¡Qué lindo! La fe, como se dice, mueve montañas, pero la fe de a muchos, la fe entre amigos, la fe entre hermanos, la fe “en patota” mueve cordilleras enteras. Podríamos preguntarnos a quién se refería Jesús con “esos hombres”. ¿A quién se refería? Suponemos que a los que llevaban al paralítico en camilla; que, por otro evangelio, sabemos que eran cuatro y que por la dificultad que tenían para pasar por la multitud que había, lo subieron al techo y de ahí lo bajaron. Sí, así como escuchás, increíble la fe de esos hombres.

No se puede entender el milagro de hoy, el perdón y el volver a caminar de este hombre, si no es por los “camilleros” que llevaban al paralítico. No sabemos si eran muy amigos o conocidos o solo le hicieron un favor, pero hicieron lo que él no podía hacer, ir hacia Jesús. Camilleros o paralíticos, o ambas cosas al mismo tiempo: eso somos. O también podríamos ser de los que no “pueden creer”, como dice el evangelio, que Jesús perdone los pecados, que en realidad es el verdadero milagro de ayer, de hoy y de siempre, el perdón. Ojalá que no seamos de esos, de esos que se asombraron y no pueden creer. Pero ¡qué lindo es ser camillero! ¡Qué lindo es que alguien nos lleve en camilla a Jesús! En definitiva, todos se acercaron a él, unos por llevar y otro por ser llevado. Es así. A vos y a mí nos llevaron alguna vez medio paralizados del corazón y otras veces nosotros acercamos a otros que andan sin poder “moverse” en esta vida. La vida es así, es un ida y vuelta, como decimos muchas veces. Hoy por ti, mañana por mí. La fe es así, se potencia cuando es de a muchos, se siente más cuando va acompañada. La “fe en patota” está buenísima, porque Jesús, al ver la fe de muchos, hace lo que a veces no podemos lograr solos en años. Él se conmueve cuando ve que nos ayudamos mutuamente para sanarnos, entre nosotros, de nuestras heridas que nos dejan tirados por el camino.

Por eso debemos dejarnos ayudar por otros si no estamos bien hoy. Debemos dejar que otros nos lleven a Jesús cuando andamos rengueando o dolidos, cuando andamos tristes o ensimismados, cuando andamos casi tan paralíticos que no queremos ni podemos movernos. Por eso tenemos que ver a quién podemos ayudar hoy para acercarlo a Jesús, para que se anime a “dejarse llevar”. Solo yendo todos a Jesús podremos ser curados y perdonados o perdonados y curados. La gran curación de nuestra vida es el perdón porque, en realidad, es la falta de perdón el que nos enferma y paraliza. Hay miles de cristianos paralíticos por ahí, como vos y yo por ahí, porque en realidad están paralizados, o estamos paralizados, por los pecados que cometimos o que sufrieron a causa de otros.

Que hoy sea un día para ir en “patota” a Jesús. Para conmoverlo, para animarlo a que haga lo que tantos desean y no se dan cuenta. Si no podemos ir hacia él, en “patota”, recemos juntos, de a miles, ahora, en este momento. Hace un “clic” y envíale este audio a alguien, para que muchos más se dejen perdonar por el amor misericordioso de nuestro buen Jesús. Acordate que si querés recibir los audios, directamente buscanos en nuestra web: www.algodelevangelio.org