XVII Miércoles durante el año

on 28 julio, 2021 in

Mateo 13, 44-46

Jesús dijo a la multitud:

«El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.

El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.»

Palabra del Señor

Comentario

Finalmente… ¿quién fue el que aportó algo para que Jesús haga el milagro de la multiplicación de los panes y los peces en el evangelio del domingo? ¿Te acordás? Un niño. «Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?» Ninguno de los discípulos se quiso hacer cargo de lo que Jesús pretendía, mientras los ponía a prueba. Es lógico, esto no es una crítica para ellos, vos y yo hubiéramos dicho y hecho lo mismo. Felipe se preocupó por el dinero contestando: «Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan». Y Andrés, por otro lado, se preocupó por la cantidad: «…pero ¿qué es esto para tanta gente?» ¿Quién de nosotros no hubiera actuado de la misma manera? No terminamos de comprender lo que pretende Jesús de nosotros, no terminamos de comprender que lo que pretende, es que nos hagamos cargo, que seamos partícipes de su amor, de que Él solo puede amar a través de nosotros si nosotros damos algo de lo que tenemos, y siempre tenemos algo para dar. Por eso, el niño sin nombre de la escena, me parece que representa lo que nosotros podemos ser, o fuimos y dejamos de ser. Ese niño que no se niega a dar lo único que tiene con tal que Jesús haga algo por los demás. Ese niño que termina siendo el instrumento para que Jesús haga lo imposible para darle de comer a tantos miles y que se den cuenta que el verdadero hambre de nuestra vida, pasa por el corazón.

Nosotros podemos ser ese niño, porque en realidad, fuimos creados para compartir, para no dejar a nadie de lado, para hacernos cargo, en la medida de nuestras posibilidades, del dolor y de las carencias de los demás.

En estos días, también venimos comentando algo sobre lo que misma palabra de Dios dice de sí misma. La Palabra de Dios también es “cortante”. Volvamos al texto de la carta a los hebreos que nos ayuda mucho: “Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de doble filo: ella penetra hasta la raíz del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”. Es más “cortante” que cualquier espada, es una expresión muy gráfica. ¿Dios habla para cortar? Y sí. De alguna manera sus palabras son para dividir, pero en un buen sentido de la palabra. La división no siempre es mala, sino que a veces es necesaria y es sanadora. Dios habla para iluminar nuestras vidas y la luz divide, hace que la oscuridad desaparezca y se generen nuevos espacios. Pensá en la cantidad de cosas que “cortó” en tu vida el escuchar la palabra de Dios con seriedad. Cuando es escuchada de corazón tiene tanta fuerza que logra convertir a miles y miles de personas y les transforma la vida.

Mientras tanto, tomando algo del evangelio de hoy, lo que podemos ir pidiendo es descubrir la riqueza y la belleza del Reino de los Cielos, que hoy está simbolizada en el tesoro y en la perla. Descubrir el amor de Jesús, descubrirlo a Él, como Persona, por medio de sus palabras, de la Eucaristía, de la caridad, es todo, es la mayor riqueza que alguien pueda encontrar en la vida. Nosotros, por medio de estos audios, estamos haciendo el camino de la palabra, descubriendo el tesoro de lo que Jesús dijo alguna vez, y nos dice cada día. Pero el tesoro del Reino de los Cielos, es algo que nos puede llegar por miles de caminos distintos. Dios Padre tiene uno pensado y “guardado” para cada uno de nosotros. Pensalo y rezalo en tu propia vida. ¿Cómo llegaste a descubrir a Jesús, cómo encontraste el tesoro de la Eucaristía, cómo llegó a vos la palabra de cada día? ¿Cómo empezaste a tener un apostolado, eso que te hizo descubrir semejante regalo? Y al mismo tiempo, cada uno descubre el tesoro y la perla, el valor de Jesús y la belleza de seguirlo, de diferentes maneras y en diferentes momentos de su vida. Lo fundamental que tenemos que guardar en el corazón hoy, creo, es que el amor de Jesús vale más que todo lo que podamos tener, el tesoro vale más que el campo en donde estaba escondido y vale más que todos los bienes del hombre, y por eso es capaz de vender todo lo que tenía. Nadie vende todo si lo que va a comprar no es más valioso, mejor.

Jesús es todo, es todo lo que necesitamos y anhelamos. Jesús es el tesoro que andamos buscando casi sin darnos cuenta, Jesús es lo que te hizo cambiar de vida, Jesús es el único que cambió la vida de millones de personas a lo largo de la historia, es el que te hizo entrar en ese grupo de oración, es el que te hizo entrar en ese movimiento, en ese grupo, es el que te ayuda a servir cada día. Jesús es todo, ¿queda alguna duda? Por otro lado, Jesús es la perla más linda, más bella. Y la belleza vale más que cualquier cosa, por eso este hombre vende todo por la perla más linda, la belleza de estar con Jesús vale más que todo lo que podamos tener. Estar con Él es lindo, hace bien, cambia la cara, cambia la mirada, cambia el corazón y eso se nota. Si todavía no andamos con una sonrisa por la vida, dándonos cuenta de que vivir es mucho más lindo de lo que imaginamos, es porque todavía no encontramos a Jesús realmente, tenemos que seguir buscando, no hay que desanimarse, Jesús se hace encontradizo para aquellos que lo buscan con un corazón sincero. Sigamos buscando porque la búsqueda no termina, aunque creamos que terminó, que ya está. Siempre podemos volver a encontrarlo, siempre podemos volver a enamorarnos de Él.