
XXIV Viernes durante el año
on 16 septiembre, 2022 in Lucas
Lucas 8, 1-3
Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y también algunas mujeres que habían sido curadas de malos espíritus y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, esposa de Cusa, intendente de Herodes, Susana y muchas otras, que los ayudaban con sus bienes.
Palabra del Señor
Comentario
Me asombra ver en el Evangelio de hoy a un Jesús “movedizo”, un Jesús que no se queda quieto, un Jesús que va de acá para allá, recorre pueblos y ciudades. Sí, Jesús estuvo treinta años oculto, es verdad, pensá en eso; treinta años en silencio trabajando, aparentemente no haciendo nada, pero, en realidad, preparándose para algo grande, para algo que era necesario y que en tres años Él lo iba a hacer. ¿Qué te asombra a vos del Evangelio de hoy?
Hay algo muy claro en las palabras de hoy –en todo el Evangelio–, cuando Jesús empezó a evangelizar, cuando Jesús se decidió a salir; se lo tomó en serio, no paró, no se quedó quieto, fue en busca de las personas. Las fue a buscar en sus dolores, en sus necesidades, en sus enfermedades, fue a donde estaban las personas. No se quedó detrás de un escritorio esperando que la gente llegue, Jesús no fue un vago a la espera de la gente, hasta que a la gente se le ocurría acercarse a Él. Cuánto nos enseña esto hoy a todos, desde los obispos, sacerdotes, hasta todo el pueblo de Dios. ¿Qué hacemos? ¿Salimos o esperamos?
Y lo segundo es que Jesús no va solo. Podría haberlo hecho solo pero no quiso hacerlo solo. Sí, Jesús siendo Dios no eligió andar solo por este mundo como un ermitaño o, como diríamos hoy, como un francotirador –mandando tiros al aire–, Jesús anduvo con los doce que Él había elegido y también –dice el Evangelio– con muchas mujeres que le ayudaron, muchas mujeres sanadas por Él.
Jesús rompió todos los esquemas de la época al tener discípulas mujeres; no era propio de la época hacer esto, al revés, era escandaloso. Seguramente lo criticaron, como nos critican a los sacerdotes. Era raro que las mujeres lo sigan.
Y sabemos que Jesús eligió a los doce que serán los primeros sacerdotes, los elegidos para celebrar después los sacramentos, para guiar a las futuras comunidades.
Pero ¿y las mujeres?, son mayoría; en realidad –como dice el Papa Francisco–, los laicos son la inmensa mayoría del pueblo de Dios.
Mujeres que están escuchando ahora este audio, a vos que estás escuchando este audio: ustedes tienen una gran tarea en la Iglesia; ustedes estuvieron cerca de Jesús, están cerca de Jesús. Ustedes tienen una tarea en la Iglesia como la tuvieron en la vida de Jesús; el rol de ustedes es indispensable en la Iglesia porque ustedes aportan corazón a la familia, a la Iglesia, a la sociedad, que no podemos dar los sacerdotes, los varones.
Imagino a las mujeres amigas de Jesús aportando infinidad de detalles, además de sus bienes como dice el Evangelio de hoy, y cosas que, aunque no están en el Evangelio, seguro que fueron así. Sin embargo, cuando lo que más aporta se corrompe, las consecuencias son nefastas. Cuídense ustedes de las habladurías en la Iglesia. Cuídense de las calumnias, porque cuando el demonio entra, divide, divide a una comunidad. Cuiden a los sacerdotes de esos miembros de las comunidades que quieren destruirlos por el simple hecho de: no pensar igual, ser distintos, por celos y tantas cosas más. No imagino a las discípulas de Jesús chusmeando detrás de Jesús, sin embargo, en nuestras comunidades pasan estas cosas. Es muy triste.
Finalmente, de este Evangelio podemos contemplar el comienzo de lo que será, es y debe ser la Iglesia: una gran familia formada por hombres y mujeres débiles, con diferentes funciones pero iguales en dignidad, siguiendo a Jesús y buscando la santidad, sino ¿qué estamos haciendo? Siguiendo a Jesús y buscando la santidad.
Y como seguimos a Jesús no podemos estar quietos, si nos quedamos quietos; si esperamos a la gente, nos vamos a cansar de vernos las caras, nos vamos a aburrir.
Si en tu parroquia, en tu grupo –porque sé que muchos grupos de oración escuchan los audios–, si en tu movimiento se quedan encerrados, no corren, no salen a buscar a las personas que están destrozadas por la vida, ¿de qué tipo de Iglesia estamos hablando?
No puede haber una comunidad cristiana que no salga, que se quede quieta. Jesús no se quedó quieto, no perdió el tiempo en críticas, sino siguió adelante.