
XXVII Jueves durante el año
on 7 octubre, 2021 in Lucas
Lucas 11, 5-13
Jesús dijo a sus discípulos:
«Supongamos que alguno de ustedes tiene un amigo y recurre a él a medianoche, para decirle: “Amigo, préstame tres panes, porque uno de mis amigos llegó de viaje y no tengo nada que ofrecerle”, y desde adentro él le responde: “No me fastidies; ahora la puerta está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme para dártelos.”
Yo les aseguro que, aunque él no se levante para dárselos por ser su amigo, se levantará al menos a causa de su insistencia y le dará todo lo necesario.
También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre.
¿Hay entre ustedes algún padre que da a su hijo una piedra cuando le pide pan? ¿Y si le pide un pescado, le dará en su lugar una serpiente? ¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión?
Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan!»
Palabra del Señor
Comentario
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Retomando lo de estos días, podríamos decir que la dureza del corazón no hace otra cosa que alejarnos de la verdad, porque solo se acerca a la Verdad, con mayúscula, aquel que se acerca al amor o por lo menos se deja abrazar por él. Las personas duras de corazón son aquellas que no saben amar, no siempre con culpa, pero en el fondo no se abren al amor de otros o son selectivos para aceptar a otros. Somos duros de corazón y a la vez duros de entendimiento, como dice el mismo Jesús en otro pasaje del evangelio. Las dos cosas se relacionan, porque muchas veces nuestras durezas de corazón tienen que ver con cerrazones de pensamientos, y al revés, durezas y dolores del corazón nos llevan a pensar que las cosas son únicamente como nosotros creemos.
Hoy escuchamos en Algo del Evangelio una linda enseñanza de Jesús para todos nosotros. A qué se refiere con esto de “pedir” y que se nos va a dar; con “buscar” y que vamos a encontrar; y con “llamar” y que se nos abrirá…
¿A qué se refiere? ¿A qué cosas se refiere Jesús; qué es lo que tenemos que pedir, buscar y llamar?
Estas tres actitudes que están relacionadas y que nos hacen pararnos frente a nuestro Padre como verdaderos hijos, y no como hijos caprichosos que “pedimos”, “buscamos” y “llamamos” cualquier cosa, o lo que se nos ocurre.
La palabra de hoy nos saca esta duda… Jesús termina diciendo: «…cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan».
Entonces ¿a qué se refiere Jesús con pedir, buscar y llamar?: a pedir el Espíritu Santo; a buscar el Espíritu Santo; a llamar para que se nos dé el Espíritu Santo.
Entonces nos enseña a pedir lo mejor que podemos pedir; acordate también de Marta y María, María elegía lo mejor, no se quedaba con “pequeñeces”.
Nosotros tenemos que aprender a pedir lo mejor; está bien que pidamos salud, trabajo, cosas que nos vayan bien, y con las cuales podamos satisfacer nuestras necesidades humanas; pero Jesús nos enseña a más: levantá la cabeza, levantá el corazón; el Espíritu Santo.
Como dice San Pablo: “El Espíritu Santo ha sido derramado en nuestros corazones, el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado”.
Eso tenemos que pedir. Cada cristiano es templo del Espíritu Santo y vive en él, el Espíritu Santo, y a veces nos olvidamos de eso.Si pedimos lo mejor vamos a tener lo mejor, eso nos está diciendo Jesús hoy.
Dios no nos puede negar lo mejor; tampoco nos niega lo “otro” porque es un Padre providente y nunca nos va a faltar qué comer o qué vestir, y no nos faltará trabajo si lo buscamos; pero si pedimos lo mejor y tenemos lo mejor, todo lo demás se nos dará por añadidura, dice Jesús.
Por eso hoy volvé a rezar el Padre Nuestro, volvé a pedir las cosas que Jesús nos enseña a pedir, y pedí con insistencia; buscá con insistencia –como este amigo inoportuno que tanto pidió–; pedí el Espíritu Santo, pidamos todos el Espíritu Santo para comprender bien esta escena de hoy.
El Padre no nos va a negar eso, no se puede negar a dársenos Él mismo; el Espíritu Santo es el mismo Dios que se nos da.
Dios no nos quiere dar “cositas”; se nos quiere dar Él mismo, como decía Santa Teresa de Jesús: “¿A quién buscamos a los consuelos de Dios, o al Dios de los consuelos?”
Pidamos hoy al Dios de los consuelos, pidamos al Espíritu Santo que es quien nos va a ayudar a estar en paz, con Dios, con nosotros mismos y con los demás.