XXXII Sábado durante el año

on 12 noviembre, 2022 in

Lucas 18, 1-8

Jesús enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse:

«En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaban los hombres; y en la misma ciudad vivía una viuda que recurría a él, diciéndole: “Te ruego que me hagas justicia contra mi adversario.”

Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: “Yo no temo a Dios ni me importan los hombres, pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme”».

Y el Señor dijo: «Oigan lo que dijo este juez injusto. Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, aunque los haga esperar? Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia.

Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?»

Palabra del Señor

Resumen de la semana

Qué lindo terminar esta semana escuchando: “…es necesario orar siempre sin desanimarse” Es una de esas frases del evangelio que las tenemos que llevar “tatuadas” en el alma para no olvidarlas. La gran tentación de los “hijos de la resurrección” es la del desánimo por rezar mal o dejar la oración. Aunque parezca que no nos escuchan, no dejemos de rezar; aunque parezca que Dios “atiende” en otro lado, no dejemos de insistir; aunque nadie rece, nosotros tenemos que rezar; aunque no se vean los frutos, no te canses de rezar; aunque todos se rían de tu oración, no te avergüences de rezar; aunque en tu parroquia solo “se hagan” cosas, vos poné tu oración; aunque te atraiga más la acción, alimentá tu vida con la oración; la oración es el aire de los pulmones de los “hijos de la resurrección”, de los hijos de Dios que se dan cuenta que esta vida está buena, es linda, pero se viene una mucho mejor, una vida plena y que para eso tenemos también que luchar, más de lo que luchamos a veces por las cosas de este mundo que van y vienen, cambian y cambian, mientras lo importante permanece y permanece.

Por eso retomemos algo de los evangelios de esta semana para reavivar los que permanece, para reavivar lo que nos avivó estos días de alguna manera. Yo releo algunas cosas, vos quedate con las que te vengan bien. Que tengas un buen fin de semana, un buen descanso…

“Señor Jesús…«Auméntanos la fe». En este día aumentános la fe, danos un poco más de fe. Ayudanos a creer un poco más. Ayudanos a confiar en que tu Palabra es verdad, siempre, más allá de todo lo que nos ´pueda pasar. Queremos confiar en serio, no solo de palabra, sino de corazón, con la vida, con nuestras actitudes.

«Ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber». Jesús les enseña a sus discípulos, y a nosotros hoy, que el amor no busca ser recompensado. El que ama sirviendo por sentirse servido por Jesús, nuestro “Patrón”, no debe buscar otra cosa que el amor. La recompensa por amar es el mismo amor y no el agradecimiento de nadie. Además… Jesús ya hizo todo por nosotros ¿qué más estamos esperando?

No podemos olvidar que nosotros mismos somos templo de Dios, y en cada instante y en cada obra –por más insignificante que sea– estamos dando culto a Dios en espíritu y en verdad, estés donde estés, estés como estés; enfermo, caminando, trabajando, estaremos dándole culto a Dios, dándole a Dios lo que le corresponde; o sea, nuestra propia vida, o sea TODO. Que hoy podamos ser todos templos del Espíritu Santo, ladrillos de este gran Templo que es Jesús en nuestra vida y en la vida de la Iglesia.

Aquel que está atento siempre y se empieza a dar cuenta de que el Reino no está allá o más allá, sino que está acá entre nosotros. Por ejemplo, ahora, mientras hacemos el esfuerzo por escuchar la Palabra de Dios, ahora mientras estás viajando y estás rezando interiormente para ver un mundo mejor, mientras estás viendo alguien necesitado y tenés ganas de ayudarlo, mientras llevás a tus hijos al colegio o la escuela, mientras entrás a trabajar y tenés la oportunidad de arrancar con una sonrisa. Miles de maneras de hacer presente el Reino de Dios.

Imaginá qué harías si hoy llegara el momento del fin del mundo, o dicho de mejor modo y más lindo, el momento de la llegada de Jesús, no ya humilde y escondido, sino glorioso y triunfante, a Reinar definitivamente. ¿Qué harías? Empezamos a ver signos, empezamos a darnos cuenta que se termina todo, ¿Qué hacés? ¿Salís corriendo? ¿Para donde? ¿Qué vas a buscar? ¿Qué buscarías que no querés perder?