
Marcela
By administrador on 4 junio, 2021
Buen día Padre. Soy Marcela de Santa Fe Capital. En su comentario del Evangelio de hoy me sentí identificada. Cada vez que voy a misa, cada vez que me levanto y recibo sus mensajes, espero con ansias escuchar la homilía y su comentario. En cada palabra de Dios tengo una leve idea de lo que me quiere decir, pero siento esa magia, ese aire fresco cada vez que lo escucho a usted y en cualquier homilía. Los admiro y seguramente son guiados por el Espíritu Santo. Sin embargo, en casi todo lo que escucho me tocan el corazón. Ustedes no predican para agradar al hombre, pero yo agradezco a Dios que a través de usted y de los sacerdotes que presiden la misa en la Capilla San Jorge lo puedo conocer un poquito más, sentir que está a mí lado hablándome, enseñándome, guiándome. Usted esparce las semillas y Dios obra. Al principito me pasaba lo mismo. Iba a misa a cumplir con mí hija para Catequesis, ni imaginé que luego de un tiempo necesitaría escucharlo todos los días. El Señor me llamó, por medio de mí hija (y todavía lo sigue haciendo porque ella me muestra y me enseña su amor a Dios) y con el paso del tiempo empecé a amar escuchar su palabra. Tanto fue así, que en Pandemia cuando se restringieron las celebraciones de las misas presenciales, sentí que no era lo mismo escucharlo por radio o verlo por Facebook. Sentí que me faltaba estar en la casa del Señor. Dios está en todas partes, en todo momento pero lo que siento en la Capilla, lo que siento al ver a Jesús Eucaristía (aunque todavía no puedo comulgar, y eso es mí gran dolor), lo que siento en cada homilía no lo puedo explicar. En mí vida con 30 años de edad nunca imaginé que iba a pasar por estos sentimientos. Si me lo hubieran dicho hace 5 o 10 años atrás que iba a pasar todo esto, no lo hubiese creído. Hoy pienso, cómo no lo pude ver antes? Cómo desgasté mis años en mis afanes y no me di cuenta de las miles de veces de su llamado? Pero Dios lo quiso así, y así estuvo perfecto. Porque, además de lo que siento particularmente, mí hija me sigue guiando. Dios está con ella y es la que me ayuda a permanecer. Bueno Padre, como siempre, es un placer escribirle. Le mando saludos y bendiciones.