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IV Viernes de Pascua

Jesús dijo a sus discípulos:

«No se inquieten. Crean en Dios y crean también en mí. En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera así, se lo habría dicho a ustedes. Yo voy a prepararles un lugar. Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también ustedes. Ya conocen el camino del lugar adonde voy.»

Tomás le dijo: «Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?»

Jesús le respondió: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí.»

Palabra del Señor

Comentario

Continuando con ese intento de cada día de seguir desmenuzando poco a poco durante la semana el Evangelio del domingo, tan cortito, pero tan sustancioso, recordemos que Jesús nos decía que «sus ovejas escuchan su voz». Por lo tanto, de algún modo, tenemos que pensar que Jesús nos está invitando a escucharlo, que una de las condiciones para ser verdaderamente oveja del Señor, o sea, dejarnos guiar por él, dejarnos pastorear, dejarnos corregir, consolar, acarrear cuando nos dispersamos; es la escucha. Si tapamos lo oídos del corazón, jamás podremos escuchar la dulce voz del Pastor que siempre nos está buscando, que siempre desea que sigamos sus caminos; porque nos quiere llevar a los pastos verdes de su amor, nos quiere llevar a las manos de su Padre, por medio de sus manos. Por eso, no dejemos nunca de escuchar la voz del Pastor. Seguro que estarás pensando: ¡otra vez me invita a escuchar la Palabra de Dios! Sí, es verdad, es verdad que nuestro Buen Pastor nos habla especialmente a través de su palabra, pero no olvidemos que también el Señor nos habla continuamente a través de los acontecimientos, de la mismísima creación, de las personas que tenemos a nuestro alrededor, que él se sirve de cada situación humana para seguir hablándonos al corazón.

Pero vamos a Algo del Evangelio de hoy, que vemos que Tomás sin saber lo que le estaba preguntando, hizo la pregunta que muchos hubiesen querido hacer –pero no se animaron–, la pregunta que también nosotros nos hubiésemos hecho: ¿Cuál es el camino? ¿Cómo conocerlo? ¿Cómo saber cuál es el camino para cada uno de nosotros? ¿Quién no se preguntó eso alguna vez en su vida?

Bueno, Jesús responde mostrando no solo cuál es el camino, sino además cuál es la verdad y qué es la vida. Todo lo que el hombre quiere saber en una sola respuesta. Todo lo que el hombre necesita en una sola Persona. El camino entonces para nosotros no es un lugar, la verdad no es una idea que está en la razón, en la mente y la Vida no es la tuya o la mía. El camino empieza y no termina –o terminará cuando lleguemos al cielo–, la verdad nunca termina de aprenderse y la vida nunca terminará de vivirse. ¡Qué locura! ¡Gracias, Jesús, por responder lo mejor y lo más grande que necesitábamos escuchar!

Por eso Jesús nos anima a no inquietarnos, a tener fe en el Padre y en él, como venimos viéndolo en estos días. Creer en Jesús nos inserta en un camino nuevo, nos muestra una verdad que no deja de ser un misterio y nos da una vida distinta, diferente. Creer en Jesús fijémonos que nos ayudó a que nuestra vida cambie completamente de rumbo, a que nuestra vida encuentra una verdad diferente, que descubramos verdades que antes no veíamos y que tengamos una vida más plena, mucho más linda que la de antes. Fijémonos si desde que creemos en Jesús, empezamos a caminar como quien no quiere detenerse nunca, como quien sabe que pase lo que pase nada lo podrá frenar, como quien sabe que a pesar de las caídas siempre podrá levantarse una y otra vez, como quien sabe que ese camino siempre va a terminar bien, aunque a veces se ponga difícil, el final siempre va a ser el mejor. Pensemos qué sería de nuestras vidas si no fuera porque tenemos fe, algo de fe, no importa cuánto, no sabemos, sino por lo menos un poco de fe. Pensemos qué sería de nuestras familias sin el sostén de saber que tenemos un camino, una verdad y una vida que no se terminan jamás. Pensemos y recemos con esta verdad. Tenemos un camino seguro y firme, recibimos una verdad que no nos engaña jamás y tenemos una vida que da vida a todo lo que toca y rodea. Todo esto es una Persona, todo lo que necesitamos está en la persona de Jesús, que es Camino, y que vino a darnos su Verdad y a darnos Vida eterna.

¿Qué más podemos pedir? Lo tenemos todo. Estando con él vamos caminando en el mejor camino, porque él es el Camino. Estando con él nunca podemos salirnos del camino porque él es y él es el que nos lleva. Estando con él por más que nos cansemos y no tengamos ganas de seguir siempre tendremos una mano que nos levantará.

Estando con Jesús aprendemos la verdad de la vida, que –como dije– no es un conjunto de enseñanzas o doctrinas, sino que es su propia vida, su amor, su entrega hacia nosotros. Estando con Jesús aprendemos a vivir mejor porque todo lo que el hizo ilumina nuestros pasos. Estando en su camino y viviendo su verdad, toda la vida es distinta porque dan ganas de vivir y dan ganas de vivir para siempre, pero no solo esta vida terrenal que es pasajera, sino la vida que vendrá que será infinitamente mejor. Estando con él la vida de los demás, la de los que más queremos jamás nos parecerá que terminará porque sabemos que pase lo que pase él tiene habitaciones reservadas para cada uno de los que estamos en el camino con él, por eso más nunca tenemos que estar con él, por más que algunos de los que amamos ya no estén con nosotros, si conocemos el Camino, la Verdad y la Vida, y ellos también lo hicieron, nos encontraremos con los que más amamos.