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VI Domingo de Pascua

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:

«El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él. El que no me ama no es fiel a mis palabras. La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió.

Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho.

Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡No se inquieten ni teman! Me han oído decir: “Me voy y volveré a ustedes”. Si me amaran, se alegrarían de que vuelva junto al Padre, porque el Padre es más grande que yo.

Les he dicho esto antes que suceda, para que cuando se cumpla, ustedes crean.»

Palabra del Señor

Comentario

Qué lindo es poder escuchar en este domingo, día del Señor, estas palabras tan consoladoras de Jesús. Tantas palabras lindas: «No se inquieten más», «les dejo mi paz», «les doy la paz, pero no como la da el mundo», «el que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará», «iremos a él y habitaremos en él».

Día del Señor. Día para estar siempre un poco más con él o tratar de estar todo el día con él, que no quiere decir estar todo el día en un templo, estar todo el día rezando; pero sí rezar de otra manera, descansar, leer un poco más, estar más con nuestra familia, descubrir la presencia de Jesús resucitado en este tiempo pascual, en aquellos que nos visitan, en aquellos que visitamos, en nuestras familias, en nuestros hermanos… en tantas cosas cotidianas que a veces no nos damos cuenta. El Señor está siempre con nosotros, nosotros tenemos que aprender a estar más con él.

Es lindo poder escuchar, ya acercándonos a la Fiesta de la Ascensión del Señor, que Jesús nos dice: «El que me ama será fiel a mi Palabra, y mi Padre lo amará. Iremos a él y habitaremos en él». Dios habitando en nosotros, esa es una de las verdades más profundas, misteriosas y grandes de nuestra fe. «El que no me ama no es fiel a mis palabras». Las palabras del Señor son las que nos ayudan a permanecer fieles.

Y la cuestión, o varias de las cuestiones en nuestra vida, muchas veces pasan porque parece o nos sentimos que estamos solos, o nos podemos sentir solos, y no hay nada peor en la vida que eso. Podemos estar a veces muy acompañados, pero tremendamente solos. Pero no porque realmente estemos solos, sino porque nos sentimos solos o porque parece que lo estamos.

Hoy Jesús, de alguna manera, podríamos imaginar que nos grita con amor, despacio al oído, aunque parezca una contradicción, nos dice despacio al corazón: «Aquel que se siente solo, nunca está solo. Jamás estuviste ni lo estarás, porque realmente yo estoy con vos, aunque te sientas solo». «Si alguien me ama –dice Jesús–, guardará mis palabras, y mi Padre lo amará. Entonces vendremos y habitaremos en él». El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, la Santísima Trinidad, ese Dios en el cual nosotros creemos, que es uno y trino, se tomó el trabajo de vivir en cada corazón que escucha, que conoce y ama a Dios. ¡Qué trabajo tan grande! Podríamos decir: Dios viviendo en mí, mientras yo lo busco en cualquier otro lado. Mientras yo pienso que estoy solo, mientras me quejo de lo que vivo, mientras lloro por mi pasado y mientras tiemblo por mi futuro, mientras no encuentro paz en mi presente, Dios nos dice: «No estás solo, yo puedo vivir en vos, en ustedes». «Que no haya en ustedes angustia ni miedo», nos dice Jesús. A la Trinidad –que nunca está sola, porque es un Dios «familia», que es Padre, Hijo y Espíritu Santo– no le alcanzó con enviar a su Hijo al mundo a vivir entre nosotros, sino que además quiso enviar el Espíritu para vivir en nosotros, dentro de nosotros. Dirá san Agustín: «¡Tarde te amé, hermosura tan antigua! ¡Tarde te amé! Yo te buscaba fuera, pero estabas dentro de mí». ¡Si creyéramos, si creyéramos por un instante este misterio de nuestra fe! Solo pido eso, Señor. Solo podemos pedirle eso al Señor, creer en su Palabra, amar su Palabra, ser fieles a su Palabra. ¡Quiero eso Jesús!, podemos decirle hoy todos.

Jamás estoy solo si amo, aunque solo ame yo y todo el mundo se me venga abajo. Jamás estoy solo. Nunca se está mejor acompañado que cuando se está amando. Ese es el anuncio lindo y gozoso de Algo del Evangelio de hoy. Esa es la paz que nos viene a traer Jesús. La paz que proviene del amor, el gozo que proviene del amor, del amor que también debe alcanzarse luchando día a día; del amor que debe «guerrearse», por decirlo así, en nuestro corazón, para alcanzar la paz. No nos inquietemos ni temamos, el anuncio más lindo de nuestra fe, es saber que Jesús está. Está entre nosotros, está en la Eucaristía, está en la misa que podemos vivir cada domingo, está en aquellos que queremos, está cuando amamos.

Solo cuando hay amor, Dios se hace presente, aunque él esté siempre presente, se hace presente «verdaderamente» en nuestras vidas.

Ojalá que hoy podamos vivir un domingo así… sabiendo que nuestro Padre nos ama y que él quiere que seamos fieles a las palabras de Jesús. Solo siendo fieles a sus palabras, podremos experimentar este gozo de saber que él habita en nosotros y que él nos da la fuerza para vivir cada día.