Al verse rodeado de tanta gente, Jesús mandó a sus discípulos que cruzaran a la otra orilla. Entonces se aproximó un escriba y le dijo: «Maestro, te seguiré adonde vayas.»
Jesús le respondió: «Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos; pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza».
Otro de sus discípulos le dijo: «Señor, permíteme que vaya antes a enterrar a mi padre».
Pero Jesús le respondió: «Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos».
Palabra del Señor
Comentario
Buen día, espero que empieces una linda semana. Pidámosle al Señor en el comienzo de esta semana, que podamos vivirla como siempre, de la mano de Él, escuchando su palabra; siempre es mejor caminar escuchando la palabra del Señor; que andar por la vida corriendo sin saber para dónde vamos, incluso pensando que sabemos para dónde vamos, pero, en definitiva, los días avanzan y muchas veces no terminamos de encontrar el sentido a tantas cosas que hacemos; aunque sean tan buenas como nosotros consideramos. Eso te propongo que podamos pedirle al Señor, que su palabra dé sentido y dirección a nuestra vida, parafraseando la imagen que utilizó el Señor en el Evangelio: poner la mano en el arado y no mirar hacia atrás, mirar hacia adelante fijando nuestro corazón en lo que vendrá. Mirar este día que tenemos por delante, no sabemos lo que pasará mañana; sabemos que hoy Dios Padre nos presenta una nueva oportunidad para amar, una nueva oportunidad para apostar otra vez a hacer bien lo que hacemos cada día, para hacerlo.
Y yendo a Algo del Evangelio de hoy, lo primero que podemos decir es que hay algo que no tenemos que perder de vista nunca. Hay premisas, por decirlo así, fundamentos del ser cristiano, del Evangelio que no tenemos que perder de vista nunca y tienen que ver también con lo que Jesús nos dice en otros textos de la palabra de Dios: «El que quiera seguirme… ».
También, san Pablo decía que nosotros fuimos llamados para vivir en libertad, pero que tenemos que procurar que esa libertad no sea un pretexto para satisfacer nuestros deseos carnales. El Señor nos llamó a la libertad, Él quiere que queramos, Él quiere que salga de nuestro corazón el deseo de seguirlo, no quiere ser una exigencia vacía, una exigencia debería ser que brote de nuestro corazón; por eso si no tenemos en cuenta esto de las «exigencias evangélicas», la propuesta de seguir a Jesús parece totalmente descabellada, parecen propuestas exageradas. ¿Cómo es posible que el Señor exija tanto? Bueno, el Señor exige, en realidad, al que quiere, al que se anima a más, y, tomando la imagen de la semana pasada, «al que quiere subir la montaña», al que quiere llegar a la cima; Él nos invita: ¿Querés? ¿Querés seguirme? Bueno, si querés seguirme Yo te cuento cómo es, si querés seguirme te cuento que los zorros y las aves tienen sus lugares; pero Yo como Hijo de Dios vine al mundo y fui rechazado, no me tuvieron e
Bautizando a un niño de casi diez años, una vez le decía a él y a la gente: «Ser bautizado, o bautizarse con conciencia, es decirle a Jesús: Te seguiré a donde vayas. ¿Querés decirle eso a Jesús? ¿Te animás a seguirlo a donde Él te lleve?», le pregunté. Esto nos sirve a todos, especialmente a los que sabemos qué implica seguirlo.
Imaginemos la situación: «Señor, te quiero seguir a donde vayas», podemos decirle, y Él nos contesta… -Bueno, Yo te cuento un poco cómo es. No pensemos que la vida cristiana es todo como nosotros creemos. Y esta frase que parece tan dura también que dice hoy: «Deja que los muertos entierren a sus muertos». ¿A qué se refiere? Se refiere en realidad a que no tenemos que dilatar el llamado; si nos decidimos seguir a Jesús, si nos decidimos a amarlo, a llevar una vida de oración, a fortalecer nuestra vida espiritual, a tener un apostolado, a hacer silenciosamente todo lo posible para amarlo; entonces no tenemos que tardar, no tenemos que decir: «Bueno…, tengo que hacer una cosa antes, déjame que haga mi vida y después te sigo». Ese es el sentido de la frase: «Deja que los muertos entierren a sus muertos». El Señor le dice: «Vení conmigo», vení conmigo porque si me amás a mí vas a amar mejor todas tus realidades: tu familia, tus amigos, tu trabajo, todo. Si el Señor está primero en nuestra vida todo lo demás vendrá por añadidura. Si el Señor está primero todo lo demás se ordena y se acomoda. Si el Señor está primero en nuestra vida vamos a amar de manera más pura y más sana todas nuestras realidades. Ojalá que este día la Palabra nos ayude a animarnos a seguir al Señor, si es que queremos, si queremos… eso es lo que pretende. «Si querés seguirme… seguime». Porque nuestra vida cristiana es una entrega en libertad, no una obligación, ni de imposición, sino por atracción.