• www.algodelevangelio.org
  • hola@algodelevangelio.org

XXI Lunes durante el año

Jesús habló diciendo:

¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que cierran a los hombres el Reino de los Cielos! Ni entran ustedes, ni dejan entrar a los que quisieran.

¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que recorren mar y tierra para conseguir un prosélito, y cuando lo han conseguido lo hacen dos veces más digno del infierno que ustedes!

¡Ay de ustedes, guías ciegos, que dicen: “Si se jura por el santuario, el juramento no vale; pero si se jura por el oro del santuario, entonces sí que vale”! ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante: el oro o el santuario que hace sagrado el oro? Ustedes dicen también: “Si se jura por el altar, el juramento no vale, pero vale si se jura por la ofrenda que está sobre el altar.” ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda o el altar que hace sagrada esa ofrenda?

Ahora bien, jurar por el altar, es jurar por él y por todo lo que está sobre él. Jurar por el santuario, es jurar por él y por aquel que lo habita. Jurar por el cielo, es jurar por el trono de Dios y por aquel que está sentado en él.

Palabra del Señor

Comentario

¿A dónde vamos a ir? ¿A dónde estamos yendo? Solo Jesús tiene palabras de Vida eterna, solo él puede serenarnos en este comienzo de semana, en el que por ahí ya empezamos el día sin poner nuestro corazón en donde se merece ponerlo, en su amor, en nuestro gran amor que es Jesús. No empecemos el día sin escuchar algo que valga la pena, palabras de Dios, palabras de Vida eterna. Apaguemos la radio, apaguemos el televisor, dejemos el celular de lado, no miremos mensajes, apaguemos lo que nos distrae, intentemos que no haya más ruidos, que no se escuchen otras palabras que no sean las de él. Intentemos tener nuestros diez, quince minutos de «desconexión», pone todo en modo avión, necesitamos sacar el «wifi» de este mundo y conectarnos con el corazón de Jesús, con nuestro Padre, con el Espíritu Santo, con nuestra madre la Virgencita y los santos que siempre ayudan e interceden por nosotros. Se puede, se puede estar un poco en silencio en el día, no dejemos de intentarlo, tiene que ser como una especie de «sana obsesión», que nos hará muy bien a todos.

No conoceremos profundamente a Jesús por saber cosas nada más, por ser enciclopedias caminantes, sino que se lo conoce verdaderamente por amarlo, cuando se lo ama. No por saber muchas cosas se conoce de corazón a los demás y se llena el alma y se es feliz.

En el Evangelio de ayer escuchamos como Pedro reconoció a Jesús por «gracia del Padre» y no por lo que decían los demás: «Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios», dijo Pedro. ¿Queremos conocer a Jesús? ¿Queremos saber realmente quién es? ¿Queremos amarlo cada día más? ¿Queremos seguirlo? Tenemos que pedirlo, tenemos que suplicarlo como gracia, reconocer que solo eso viene de lo alto. Sí, podemos leer y escuchar el Evangelio todos los días; podemos leer todos los libros del mundo; podemos ir a todos los cursos de formación que nos inviten; podemos tener mucha sabiduría humana, pero si Dios Padre no nos atrae a Jesús, si no nos dejamos atraer por él, si no es él el que toca nuestro corazón por medio del Espíritu Santo para conocer, amar y confiar en Jesús, no alcanza, no es suficiente. Por eso, hoy pidamos todos esto con insistencia… Que te conozca Jesús, que te conozca interiormente, que te reconozca con el corazón y no solo de nombre o por fuera nada más.

Hay algo que queda claro en Algo del Evangelio de hoy, valga la redundancia. Creo que pocas cosas hacían lamentar y enojar tanto a Jesús como la actitud de los fariseos. Pocas veces en el Evangelio él se enojó tanto como ante estas situaciones. Pocas cosas, seguramente también hoy, hacen doler tanto el corazón de Jesús como el que nosotros repitamos aquellas mismas actitudes. ¿Cuáles?, te preguntarás. Todas aquellas que brotan de la hipocresía, de la cerrazón del corazón, del orgullo que nubla y entorpece nuestro modo de obrar y pensar. ¡Hay tanto de eso en nuestros corazones! ¡Hay tanto de eso en nuestra querida Iglesia! No hay que tener miedo a decirlo, no hay que negarlo. No es una crítica. Hipocresía hay en todos lados, de eso no hay duda, pero la peor hipocresía es la religiosa, la que surge de hombres y mujeres que dicen ser religiosos, como los fariseos de esa época. Tan relacionada quedó la hipocresía a los fariseos que en el diccionario aparece la palabra «fariseísmo» casi como sinónimo de hipocresía. El fariseísmo es la actitud hipócrita que podemos tener todos. Podríamos parafrasear hoy las palabras de Jesús a nuestra situación actual, a nuestra Iglesia. Son los famosos «ayes» de Jesús, cuando exclamaba: ¡Ay! ¡Ay de ustedes! Pensemos actualmente.

¡Ay de nosotros, los cristianos, que por haber recibido el don y el tesoro más grande que se podría desear, nos paseamos por el mundo pensando y sintiendo que nada tenemos que cambiar y que los malos son los de «afuera»!

¡Ay de nosotros, los cristianos de hoy, que sin darnos cuenta cerramos las puerta de la Iglesia con nuestras actitudes, con nuestros gestos, con nuestra cerrazón a tantos necesitados que andan queriendo entrar atraídos por el Padre!

¡Ay de nosotros, los cristianos, que profesamos nuestra fe, personal y públicamente dando cátedra de amor y después nos paseamos por el mundo sin amar o amando mal desde un pedestal!

¡Ay de nosotros los cristianos que nos golpeamos el pecho dentro de las Iglesias y después somos capaces de vivir vidas paralelas!

Jesús nos libre de la hipocresía y de la incapacidad para ver esto en nosotros mismos. No hay peor ciego que el que no quiere ver. Pidamos ver, ver en serio, para poder mirar en lo profundo de nuestro corazón y darnos cuenta que todos seguramente a veces pecamos de fariseísmo.

Señor, líbranos de la ceguera y ábrenos los ojos para conocerte y conocernos profundamente, con humildad y verdad.

Te recuerdo que si querés recibir directamente los Evangelios en tu celular, podés bajarte la aplicación de Telegram y buscar nuestro canal @algodelevangelio, o bien por medio de la app de Android (Algo del Evangelio) o ingresando en nuestra página www.algodelevangelio.org y conocer más sobre nuestro apostolado y que te puedas sumar. Ayudanos a que la Palabra llegue a más corazones.